Gerardo Enrique Mendez Raigosos grupo 04 Trabajo autonomo semana 4

Del sur para el sur

HONG KONG. La semana pasada, el presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, hizo su primera visita de Estado a China. Para que no hubiera duda de la importancia que le concede a la relación con la potencia asiática, el mandatario africano aterrizó en Beijing acompañado de una decena de sus ministros y más de 350 empresarios.

Lo que el presidente Zuma quería es lo mismo que quieren todos los países que aspiran a beneficiarse con el crecimiento chino: que la potencia asiática vaya más allá del petróleo y los minerales e invierta más en infraestructura y manufactura. En pocas palabras, que use su riqueza no solo para llevarse los recursos naturales que necesita, sino para ayudar a romper el ciclo de la pobreza y el subdesarrollo en el Tercer Mundo.

La visita del presidente Zuma concluyó con la firma de varios acuerdos y con la promesa de Beijing de que va a incentivar a sus empresas para que inviertan en áreas que generen valor agregado en el país africano.

En la última década, China ha invertido entre 30.000 y 40.000 millones de dólares en África. Detrás de esas inversiones no ha habido una lógica asistencialista sino comercial y eso explica que el 70 por ciento de los recursos hayan ido a Angola, Nigeria, Etiopía y Sudán, productores del petróleo que China necesita para seguir alimentando su crecimiento.

En África, también ha construido hidroeléctricas, líneas de tren, autopistas de asfalto y otras de fibra óptica para telecomunicaciones, acueductos e, inclusive, hospitales y escuelas. Según los cálculos más conservadores, los asiáticos han financiado proyectos de infraestructura en al menos 35 naciones africanas.

En menor medida, empresas manufactureras chinas se han instalado en países como Ghana, Nigeria y Madagascar, con la intención de penetrar los mercados domésticos y principalmente para beneficiarse de los tratados comerciales vigentes entre países africanos y Europa y Estados Unidos. De una u otra forma, esas inversiones crean empleo y transfieren tecnología.

Depende de quién la mire, la presencia de China en África es o un safari a la caza de petróleo, gas y minerales, o una oportunidad para que el continente negro haga, por fin, la transición hacia el desarrollo. Lo que no se puede negar es que es una fuente de financiación que, de otra forma, no estaría al alcance de países pobres o que están en la lista negra de los mercados de capitales.
El caso africano sirve como referencia para evaluar la presencia creciente de China en Latinoamérica. En un reporte reciente sobre el tema, el Banco BBVA resaltó cómo la inversión directa china en África representa el 6 por ciento del Producto Bruto de ese continente, mientras que en América Latina esa cifra no llega ni a la mitad.

El Banco advierte, sin embargo, que África debe cuidarse de que la inversión china "se refleje en beneficios tangibles, en vez de repetir la historia de una concentración excesiva en las exportaciones de materias primas y hasta la pérdida de la propiedad de las mismas".
La advertencia vale también para Latinoamérica. En los últimos meses, China ha prestado más de 2.500 millones de dólares a Ecuador, a cambio de asegurarse el suministro de petróleo. El gobierno de Rafael Correa, que anda de pelea con la comunidad financiera internacional y tiene las arcas secas, ha dicho que empleará los fondos para tapar el déficit presupuestario y para financiar proyectos de infraestructura.

El caso de Ecuador no es único, y aquí, como en África, la presencia china llenará vacíos que nadie más tiene interés en llenar. Pero esa intervención no puede quedarse ahí: se necesita que haya más comercio y más inversión en manufactura y en servicios. Si la famosa cooperación Sur-Sur termina en que lo único que nos van a comprar son nuestros recursos naturales, China les habrá dado la razón a quienes la acusan de estar practicando neocolonialismo.

Autora: Adriana La Rotta

Tomado del Tiempo.com aqui

Reseña:

El país de China desea hacer un tratado con Sudáfrica en el cual quiere extraer petróleo y materia prima para sus diferentes propósitos, el presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, quiere que este tratado aparte de las ganancias, ansía que China ayude a la manufactura y infraestructura de las diferentes regiones de Sudáfrica. China es uno de los países que más dinero ha invertido en África en la ayuda de construcción de carreteras de asfalto y otras cosas, pero Jacob Zuma quiere que este tratado beneficie aun más al desarrollo de un país tercermundista como lo es África.

Opinión

En mi opinión creo que si se logra correctamente este tratado ayudaría a que África logre desarrollar su comercio y poco a poco logre de ser un país tercermundista, pero al ser china una potencia no hay que descartar que la idea principal de de este es adquirir nuestros recursos para así ellos generar más producción para ellos. Además de esto china podría crear nuevas posibilidades de trabajo en África e introducir tecnología en la misma.

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